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RESEÑA: El Prisma Negro (Portador de Luz 1) de Brent Weeks

    Llevaba años queriendo leer esta novela. La anterior saga del autor, "El Ángel de la Noche", me gustó en su momento, pese a tener varios momentos pesados y que el protagonista fuese bastante insoportable. Esta magia con colores prometía muchísimo,  así que al final me he lanzado a por ella, aun sabiendo que es otra de esas sagas que tienen el grandísimo honor de haber quedado abandonas por una editorial española.



SINOPSIS:

Gavin Guile es el Prisma, el hombre más poderoso del mundo. La frágil paz que reina en Cromeria no podría sostenerse sin el ingenio y encanto de su emperador y sumo sacerdote. Pero la vida de los Prismas tiene fecha de caducidad, y Guile sabe exactamente cuánto tiempo le queda: cinco años en los que tiene que lograr otros tantos objetivos aparentemente imposibles. Y cuando descubre que tiene un hijo, nacido en un reino lejano al terminar la guerra que le otorgó el poder, tiene que decidir qué precio está dispuesto a pagar con tal de proteger un secreto que podría reducir su mundo a escombros.

 

    Admitámoslo: parte con unas ideas muy buenas. Un sistema de magia basado en el espectro luminoso donde cada color tiene una función especial. Los magos se especializan en unos determinados colores y al final de su vida mágica son sacrificados en una gran ceremonia para evitar que enloquezcan por el uso de su poder y se conviertan en engendros de los colores. 

    El Prisma es el mago más poderoso del mundo y el único capaz de trazar todos los colores del espectro. Solo hay un Prisma por generación y viven una media de siete o catorce años como mucho. Sin embargo, hace quince años, por primera vez en la historia, surgieron dos Prismas: Gavin y su hermano pequeño Dazen, que se enfrentaron en una guerra civil por el puesto. Al final, Gavin consiguió la victoria, convirtiéndose en una especie de rey sacerdote sin poder político real en la Cromería, la organización que tiene el control de todos los magos trazadores del color del mundo. Pese a todos los pronósticos, Gavin está teniendo una vida demasiado larga para un Prisma y se estima que muera en cinco años.

El espectro electromagnético visible. Quién iba a pensar que las clases de óptica física servirían para algo

    La verdad es que el libro se toma su tiempo en situarte. La primera mitad se resume prácticamente en worldbuilding y presentación de los distintos personajes, aunque en este caso no me ha importado que lo haga de esta manera y ha acabado siendo la parte que más he disfrutado. 

    En los primeros capítulos Gavin se entera de que tiene un hijo bastardo que engendró durante el fin de la guerra: Kip, y con este personaje enfrentándose a la masacre que ocurre de repente en su aldea. Gavin sale a buscar a su aventura, Kip sobrevive a la matanza y descubre que es capaz de trazar el color verde. Padre encuentra a hijo y pasamos a la siguiente parte.

    El problema me parece que viene justo después, cuando todo lo que prometía no acaba de llegar. A la trama le cuesta tanto arrancar que acaba volviéndose muy predecible. Todas las intrigas de la Cromería se reducen a un par de reuniones con Gavin y a una batalla al final a la que le da por alargarse demasiado. Tenemos pequeñas pinceladas de otras cosas, que supongo que tendrán mayor relevancia en el futuro, pero aquí no pintan nada de nada y tan solo están de relleno. El libro ganaría muchísimo si se centrase más en la trama principal, en lugar de recodarte hasta el final lo maravilloso que es su sistema de magia, llegando al extremo de repetirte explicaciones que ya te había dado.

    El ritmo de la narración tampoco ayuda demasiado a esto. Lo veo muy apresurado, dando la sensación de que toda la historia transcurre tan solo en un par de días, cuando quiero pensar que lo lógico es que pasen varias semanas como mínimo. También hay demasiados capítulos, sobre todo al principio, que se nota que son puro relleno.

No es magia, Kip. Es radiación.

    Los personajes me han decepcionado bastante. Veámoslos en detalle:

    Gavin me ha parecido el mejor y con diferencia. Me encantan los personajes que saben que son poderosos y actúan como si el mundo les perteneciese. Es impulsivo, le gusta presumir de lo importante que es y no soporta que la poderosa Guardia Negra, encargada de su protección, le siga a todas partes para custodiarlo. Hacia la mitad del libro hay un gran plot twist con él que hace ver al personaje de una manera totalmente distinta y que me ha gustado mucho. 

    De Kip no tenía grandes expectativas y aun así me ha decepcionado. Sus capítulos se resumen básicamente en ser aprendiz de mago y darnos info dumpings sobre el sistema de magia antes de pasar al viaje del héroe. Su evolución es demasiado premeditada e, incluso, irreal. Pasa de verse a sí mismo como un gordo inútil que no es capaz de nada a actuar como un policromático poderoso digno de su padre en muy poco tiempo. Mejor ni hablamos de que se haga tan fuerte de la noche a la mañana sin casi recibir entrenamiento y que tenga sobresaliente en todas las pruebas que hace en la Cromería. (Por cierto, tengo que decir que la gran prueba que le hacen a los magos de este mundo para determinar su capacidad es una auténtica bobada sin sentido). El libro también falla en lo de prometernos una escuela de magia, ya que eso no acaba de verse. 

    Luego está Liv, la hija del general más importante que luchó por el bando perdedor de Dazen durante la guerra y que, casualmente, es de la misma aldea que Kip. Por ello, el Prisma decide nombrarla su tutora personal cuando ella también es una estudiante y ni siquiera puede usar los mismos colores que él (y como si el hombre más poderoso del mundo, el mismo que cada vez que sale a la calle tiene a una multitud detrás babeando por él, no pudiera darle un maestro en condiciones a su hijo y tuviese que improvisar algo de última hora). Lo peor es que no me parece un personaje bien definido ni de lejos y se contradice a sí misma en bastantes ocasiones. Por ejemplo, pasa  de adorar al Prisma y querer ganarse su favor para ascender en la Cromería a recordar que lo odia porque sus hombres mataron a su madre durante la guerra y accede a espiarlo para una gente desconocida, de la cuál no volvemos a saber nada más. Hay partes de Liv que me sobran por completo, el libro le da una importancia que no tiene y lo único medianamente relevante que hace es justo al final.

    En último lugar tenemos a Karris, una poderosa maga del color y la antigua prometida de Gavin convertida ahora en una letal Guardia Negra al servicio de la Cromería que se dedica a actuar como la damisela en apuros y a llorar por Gavin la mayor parte del tiempo (también es un intento de ¿madre para Kip?)

     En conclusión: teníamos una base muy buena para una historia que no ha funcionado. El sistema de magia y el mundo molan mucho, pero a mi parecer no puedes basar una novela solo en eso y apoyarte tanto en clichés del género. Podría haber sido mucho más y se ha quedado en eso. Muchas páginas para mostrar tan poco. Así que dudo que siga con los siguientes, ya que se me han ido las ganas del todo y no tengo confianza de que esto mejore en el futuro.

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