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RESEÑA: El Priorato del naranjo de Samantha Shannon

    Seguimos rescatando reseñas. En este caso toca el "Priorato del naranjo" de Samantha Shannon, el libro que, desgraciadamente, fue mi mayor decepción del año pasado. 



SINOPSIS:

La casa de Berethnet ha gobernado Inys durante mil años. Aún sin casar, la reina Sabran IX debe concebir una hija para proteger a su reino de la destrucción. Pero los asesinos cada vez están más cerca. Ead Duryan es una intrusa en la corte. A pesar de que se ha posicionado como dama de compañía, es leal a una sociedad oculta de magos. Ead vigila a Sabran, protegiéndola en secreto con magia prohibida. Al otro lado del mar oscuro, Tane ha entrenado toda su vida para ser una jinete de dragón, pero se ve obligada a tomar una decisión que podría romper su vida en añicos. Mientras tanto, el Este y el Oeste siguen divididos. Cada región tiene una religión diferente basada en los sucesos acaecidos mucho tiempo atrás. Los que adoran a los dragones, los que los detestan y quienes adoran al Sin Nombre aparentemente nunca se pondrán de acuerdo. Y las fuerzas del caos se despiertan de su letargo y parecen estar a punto de llegar.

    Este libro tiene más de ochocientas páginas y lo abandoné cuando apenas me quedaban unas doscientas. Algo importante a destacar es que yo solo abandono los libros cuando ya he perdido la fe en que vayan a mejorar y, tras tragarme esa cantidad de páginas, comprenderéis mi frustración. Para empezar, para mí perdió puntos en cuanto lo vi anunciado como "el señor de los anillos feminista", pero bueno, ese es otro tema en el que no voy a entrar. Y mirad la portada, o sea, ¿puede ser una portada más bonita?

    Os resumo el libro en una sola frase: nos encontramos en una novela de fantasía con dragones donde apenas aparecen dragones. Y es que la mayoría están de decoración, como si fuesen un elemento más del worldbuilding, en vez de ser parte de la trama principal.  

    El libro comienza anunciándote que los malvados dragones de fuego están volviendo al mundo tras mil años de paz con el único objetivo de destruirlo (no gobernarlo, sino directamente destruirlo y convertirlo en ceniza porque, obviamente, son todos malos malísimos sin salvación) y lo único que puede plantarles frente es una alianza entre los humanos del este y el oeste con los bondadosos dragones de agua. Y esto, que supuestamente es la gran trama principal, no empieza a desarrollarse hasta pasada la mitad del libro. 

Toma. Si querías dragones te los dejos aquí.

    Hasta entonces solo tienes a los personajes en el mismo sitio donde empiezan. A la trama le cuesta muchísimo avanzar, pero es porque los personajes apenas se mueven de la casilla de salida. También tenemos distintas tramas paralelas que no consiguen llegar a ningún lado, en vez de centrarse en lo principal. 

    Al ritmo de la novela tampoco le ayuda que el worldbuilding sea amplísimo y que la autora quiera contarlo absolutamente todo y de la peor manera posible. Abusa muchísimo de los info dumping; de repente tienes a un personaje contándole a otro los detalles de su propio mundo que ambos ya conocen solo porque sí o porque justo en ese momento a uno de los dos le apetecía recordarlo. Además, son datos que no aportan absolutamente nada a la historia. Se podrían quitar perfectamente y seguirías con la información necesaria para entender todo. Que esto es una novela no una maldita wikipedia de un mundo inventando, señora Shannon.  

一¿Cuántos info dumpings quiere para su novela?
Samantha Shannon: 一Sí.

    Hubiese estado dispuesta a tragarme todos esos info dumpings si a cambio hubiésemos tenido buenos personajes, pero es que no tenemos ni siquiera eso. La mayoría de los diálogos no aportan nada, suenan artificiales y parece que hable todo el rato la misma persona. Se supone que nuestros protagonistas son gente adulta y responsable, pero es que actúan casi siempre como adolescentes hormonados llorones. No vemos prácticamente ninguna evolución en ellos. 

    Ead es una maga súper entrenada que durante una buena parte del libro no hace nada de magia, ni tiene claro cuál es exactamente la misión en la que lleva trabajando ocho años. Sabran es la reina con la responsabilidad de concebir una hija para perpetuar su linaje y así evitar el retorno de los dragones de fuego, tal y como dictan sus creencias. Sin embargo, actúa todo el tiempo como una niña malcriada y mimada que solo se acuerda de sus deberes cuando le conviene. Loth es el amigo de la infancia de Sabran al que alejan de la corte para no distraer a la reina, y vive las aventuras que le van saliendo por el camino, dejando que todo el mundo le arrastre allá donde va. Niclays no hace más que llorar todo el tiempo por su exilio y por la muerte de su amado. Al principio te dice varias veces que quiere ayudar, pero no acaba haciendo nada de nada. Y por último, tenemos a Tane, una súper guerrera de origen humilde a la que todo le sale bien, incluso cuando se supone que la ha cagado. 

    Y ya está. Estos son todos nuestros personajes. Todos son el bien personificado. Todos triunfan siempre. El único malo aquí es el dragón de fuego, al que ni siquiera he llegado a ver aparecer. 

    En conclusión: es un libro con una bonita premisa, pero que se queda en nada. Un mundo amplio presentado de la peor manera posible, una trama lenta, unos personajes sin evolución y una forma de escribir sin ningún interés.

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