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Cómo acabé escanciando sidra en mitad de Avilés y lo que sucedió poco después

  Muy buenas a la poca gente que se molesta en leerme. Confieso que no tenía previsto escribir nada sobre este tema, pero ahora mismo tengo sidra en las venas y mucha pena porque ha pasado ya un tiempo desde que terminó el festival Celsius, así que he decidido ponerme a escribir. Antes de nada aviso que, pese a que parezca lo contrario, la oficina de turismo de Asturias no patrocina esta entrada.


    Si hay alguien desubicado que aún no sepa a lo que me refiero, el Celsius es un festival de terror, fantasía y ciencia ficción que tiene lugar en la ciudad de Avilés durante una semana y en el que multitud de autores, tanto nacionales como internacionales, se pasan a presentarnos su trabajo en un ambiente de lo más acogedor. Reconozco que es uno de esos eventos a los que siempre he querido ir, dado que mezcla dos de las cosas que más adoro en este mundo: la literatura fantástica y Asturias; y este año al fin he tenido la oportunidad de hacerlo.

    No era la primera vez que pisaba esta tierra, así que sabía de sobra lo que debía hacer para encajar: beber mucha sidra. Y es que hay una cosa que no sabéis de mí, pero yo vine al mundo con solo dos talentos en la vida: escribir un montón de cosas con mayor o menor fortuna, y escanciar sidra.

    A lo mejor sois unos herejes impuros y no sabéis de lo que hablo, así que dejad que os ilustre sobre este noble acto. La sidra es una bebida alcohólica fermentada con jugo de manzana con la particularidad de que hay que escanciarla para que se agite y libere burbujas de gas que le dan su textura tradicional. Esto se hace tirando la sidra desde lo alto para que golpee en las paredes de un vaso y se airee. Y no, no voy a entrar en discusiones sobre si sabe igual estando o no escanciada o si la sidra con gas es mejor que la natural porque eso no es más que un montón de opiniones equivocadas y no voy a perder mi tiempo discutiendo con gente que no sabe apreciar lo que es bueno.    

                                                                              Lo que tú ves vs lo que yo veo

    ¿Y por qué os estoy contando todo esto en mitad de una entrada sobre mi experiencia en un festival de ciencia ficción y fantasía? Pues porque tras haberme comido medio cachopo acompañado por una botella de sidra que yo misma había salido a escanciar en las calles de Avilés, tuve la fortuna de conocer a dos de mis autores favoritos del momento y os hablo de ni más ni menos que Tamsyn Muir y Joe Abercrombie (de las delicias del cachopo os hablo mejor en otra entrada).

    Con Tamsyn Muir me lleve una grata sorpresa porque resultó ser una señora de lo más agradable y simpática, además que entendí su inglés mejor de lo que esperaba. Tuve la ocasión de ir a su charla en el Celsius, donde nos habló principalmente de su saga "La Tumba Sellada" contando multitud de curiosidades y nos pidió perdón por haber creado sin querer a "Nona la Novena" entre otras cosas. 

    También fuimos a la charla que dio al día siguiente junto con las autoras Paula Peralta y Gabriella Campbell en un evento organizado por la Nave Invisible sobre los géneros híbridos en fantasía, ciencia ficción y terror. Fue una charla que disfruté muchísimo y me resultó de lo más interesante, además de darme alguna que otra idea para escribir algún futuro delirio. Si sentís curiosidad podéis verla aquí.

    También vi a Joe Abercrombie de lejos, ya que al final no pude ir a su charla (fue el precio a pagar por coger un buen sitio en la firma de Tamsyn), así que solo fui a la firma y digo firma por llamarlo de algún modo porque el autor estaba con Covid (llamémosle Abercovidmbie) y parecía estar en modo automático, aunque al menos me llevé mis libros firmados además de la experiencia de poder tener mi reseña de uno de sus libros firmada por él. (Momento de hacer publicidad a mis propias reseñas aquí. )

    Y poco más tengo que decir sobre esos días tan maravillosos, salvo que me gustó mucho el ambiente del festival, que ojalá sigan trayendo a más autores de este nivel y se alineen los astros para que pueda repetir otro año para pasarme por allí y seguir comiendo cachopo y escanciando sidra mientras voy con chaqueta a final de julio (y, puestos a soñar, ojalá ir como autora invitada algún día).

    En fin, gracias por leer lo que probablemente sea la peor crónica del festival Celsius jamás hecha.

 *Corrección ortográfica y de estilo por Inti Hernández (@thesunblessed)

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